viernes, 2 de noviembre de 2018

Rampante


Quod sis esse non

La tímida niña de las novelas de drama, toca hoy que haga su papel protagónico. Cuenta con los dedos de una mano, sus aventuras, una por una hasta terminar, y rápidamente las vuelve a contar. No se clasifica como divertida u ocurrente... tampoco elocuente. Es cómo decir...escéptica, pero le gusta a veces creer en algo. Es raro. Tapada en frazadas de grandes sueños, le gustaría vivir en la Luna, por lo menos un día; desvelar todos sus misterios, los que ella cree. Ver el cielo desde más alto, observar el pálido globo con una mirada intolerante. Jugar con las rocas y besar el vacío omnipresente. Aledaña a ese pujante anhelo, se dedica a curiosear las estrellas, con un telescopio que le regaló un singular vecino alguna vez. Nunca supo su nombre pero recuerda su rostro. El sujeto antes de marcharse lo único que dijo fue que era de su hija, difunta por un padecimiento , y que lo cuidara, por lo menos un poco como para que se mantuviera en estado durante los años. Por algo más que por respeto, ella lo cumple todos los días, cómo si estuviese narrado con tinta permanente en el libro de su destino. Lo limpia con una seda, y observa todas las noches a través de él las constelaciones que se van transladando por el firmamento. Dentro de la caja en la que venía el telescopio, encontró además una agenda deteriorada, sin tapa y con hojas amarillentas, al parecer era el libro de Anotaciones Astronómicas de una tal Lucy, la hija del vecino. Estaba lleno de dibujos de estrellas, con muchas fechas y pocos espacios en blanco; las hojas estaban muy maltratadas, con manchas de té o quemadas, pero aún así, la letra grande y clara de Lucy todavía permitía leerse. Había hojas enteras que estaban escritas en jeroglíficos, o eran simples garabatos.
Le gustaba una hoja en especial, por los bellos dibujos pintarajeados con una tinta roja. Al parecer hablaba de una estrella no identificada todavía, brillosa y roja como la sangre fresca, que aparecía sólo un día de junio, y volvía a desaparecer por razones misceláneas. Es así que muchos días de otoño, ella se quedaba resolviendo misterios que narraba la mística autora, y debido a este trasnoche, era casual que durmiera hasta las 5:00 y sin ir al colegio.
No se llevaba con ninguno de sus compañeros, ni tampoco con docentes, a excepción de una profesora de geografía, con la que tenia afinidad a sus clases... a decir verdad era la única materia a la que ponía atención.
Llegaba de aquel colegio, pensando en el libro y en la fugaz estrella, Lucy la había descubierto asombrada y decía con elocuencia cada movimiento y cada sentimiento que pasó por su cuerpo, como la mejor de las bitácoras. ¿Acaso una estrella puede cambiar la vida de alguien? Seguro que la enfermedad de Lucy la había postrado en su hogar sin poder salir más que para ir a los médicos, pensó, y su única escapatoria era el cielo plagado de brillosos diamantes. O tal vez enfermó después de ver la estrella o escribir el libro, quien sabe.

                                                                            Velieris

En una noche de lluvia temblorosa, hojeando las finas hojas, encontró una punta separada, vislumbró que esta hoja era más gruesa que las otras, se notaba muchísimo. Tomó la esquina e intentó separarlas, sí, eran dos hojas pegadas. Seguramente era la hoja más inquietante de todo el tomo. Hablaba de la estrella también; le daba nombre, Posante. hablaba de sus coordenadas, de fechas, de horas, era todo exacto hasta el segundo.
22 de junio, la estrella aparecía cerca de la constelación austral de Lupus, roja y parpadeante, queriendo ligeramente desaparecer, y al 23 de junio a la madrugada desaparecía totalmente del cielo nocturno.
Lucy describe la magia y el poder que emitía aquel astro, que le daban ganas de vivir hasta al más mísero hombre sobre la faz de La Tierra. Identificaba a Posante como el sentido de su vida, que su destino estaba marcado para descubrirle, y que, sería su hermoso secreto. Al leer esto, la culpa invadió el cuarto al desvelar el humilde secreto de Lucy, pero al mismo tiempo la impaciencia invadió también, faltaban tres días para el 22 de junio.

                                                                       Vade, et vincere
Preparó absolutamente todo para la noche del 22. Agarró provisiones de la despensa a escondidas, compró una bolsa de dormir vieja en un remate y arregló su bicicleta para que pueda llevar al pesado telescopio facilmente. Con la excusa de que había que practicar una obra de teatro le dijo a su madre que volvería tarde. Salió de su casa y se dirigió directo al Monte Oriental, el lugar más alto de la región, que quedaba como a dos horas en bici. Si todo salía bien, llegaría allá a las 19:45, y a eso de las 21:00 podría lograr su cometido, cuando la constelaciones son más visibles.
Para ir a la cumbre del Monte Oriental primero había que tomar una ruta poco frecuentada, salirse del camino y andar sobre una rocosa ladera. Era un camino peligroso para andar por primera vez, pero no era desafío para ningún valiente. Sin ninguna otra dificultad más que algún que otro vigía que no la localizó, llegó agobiada al final del sendero, en lo más alto. Las estrellas comenzaban a tintinear como lamentándose, tras la caída funesta del Sol.
Encontró la parte más alta, sobre una maciza piedra, allí apoyó su bici e instaló el mirador astronómico. La vista era suntuosa, se podía ver la iluminada ciudad rascando el horizonte, y las estrellas, eternidad de ellas; parecía que todas se querían mostrar, como si fuese una noche de gala.
Abrió el libro, leyó los números, y meticulosamente calibró el aparato hasta ubicarlo perfecto en su sitio.
No sólo había llegado a tiempo, si no que antes de lo esperado, así que estaba muy tranquila. Ahí estaba la constelación de Lupus, que enuncia a un bravo lobo solitario aullando a la luna, pero todavía, sin rastros de Posante en sus cercanías. Tal vez había algo mal, o sólo tener que esperar estar más cerca de la medianoche.

Alea iacta est

La magia fluía a contrarreloj, esquizofrénica a la llegada de un sol anciano y lejano. Se hacía todo denso y pesado de repente, el cielo estaba en hervor.
Algo brillaba, pero del otro lado del firmamento, en la costelación de Taurus, el bovino bravío. ¿Es que es?...o tal vez no. Más que rojizo es anaranjado, casi amarillo. Parece encendido por los dioses y robado por Prometeo. Está...cerca, más cerca de lo que estaría Posante la inofensiva estrella de Lucy, la dadora de fé y armonía.
Es un toro que viene de frente, cegado por la ira, buscando venganza, es un toro Rampante. Un escalofrío febril que se siente en los huesos. Ya llega al tamaño de la Luna y debe estar al triple de distancia, no pinta nada bien.
Es un meteoro titánico

martes, 2 de septiembre de 2014

trip 00

Hacia el límite del caos, alejado del Cielo y del Infierno, los terrenos son áridos por el viento que cruje tempestades. Mi escudo de cuero forrado estaba decido a visitarlo a él, al dueño que crea el incosciente con su dedo meñique.
Es revelador ver su escenario de capas indivisas, en la profundidad de ese desierto plagado de la nada. La cabeza en alto, cubierto mi rostro con un malgastado yelmo para prever la lluvia de flechas, avancé.

Poem 0254B

Puedo ver el final del sendero
que está a medio construir
Puedo ver la luz del farol
que se acaba de apagar
Pero nunca podré ver
la sonrisa en tu corazón

miércoles, 15 de mayo de 2013

La Guerra

Cauteriza mi alma, aguijonea el ser. Es una avispa, con alas de kevlar. Vuela muy bajo y proyecta su sombra en la tundra. Las hormigas desvanecientes se esconden en una trinchera mal dispuesta. Corren sin ganas, sus patas se doblan y desdoblan como visagras muy solicitadas, que generar fricción.

domingo, 24 de febrero de 2013

Ritual de los Inciensos

Llamo a todos los pájaros, a que vengan a comer. Los atraigo con un llanto que quiebra al amanecer; quiero que vengan con sus plumas pintarajeadas y que vuelen en círculos. Adosados que se encuentren la paloma y el ruiseñor; el petirrojo y el cuervo. Las he de preparar para tan tremendo viaje, lleno de mañas distintas y picos tan diferentes; me gustaría unir a todos en un mismo cielo.

miércoles, 30 de enero de 2013

Dama

Es belleza el amanecer que encuentro en sus ojos. Sus ojos hermosos, los más bellos que alguna vez hayan existido.
Son hermosos porque nunca nadie los vio, incluyéndome. Pero eso no quita su belleza innata, esa que nunca nadie conocerá, o talvez sí. Talvez sí porque es una dama restringida, pero no prohibida; que yace en los laberínticos jardines de un palacio muy lejano a todo, entre las rosas. Unas rosas aterciopeladas, como su piel, que nadie nunca tocó.

jueves, 24 de enero de 2013

Poema 13

Odio tu sangre viva de ansia, odio;
detesto tu mueca llena de avidez, odio;
que despierta a mi orgullo taciturno,
que sonríe, al duro descaro de tu conciencia.

Odio externos ojos que marean, odio;
detesto a estos canallas que ganaron,
-mi odio- simplemente por ser mejores.
¿o ganaron por empezar antes?

Odio tanto que no los odio,
detesto, porque yo haría lo mismo;
odio tanto que no me odies,
de acuerdo, esto está bien.